El Museo Histórico de Bella Vista se inauguró el 12 de octubre de 1993, en coincidencia con el 75 aniversario de fundación de la localidad ubicada en el departamento de Itapúa. Ocupa el viejo edificio municipal construido en 1964, en medio de la plaza Gral. Bernardino Caballero, donde hay dos bloques auxiliares más.
Distribuida en tres salas principales y dos bloques auxiliares, una colección de cerca de 600 objetos recuerda los primeros tiempos de Bella Vista. Son piezas que pertenecieron a los colonos alemanes y europeos pioneros; están sus elementos de trabajo, sus utensilios de cocina y algunos muebles.
Ya en la entrada, recepción de visitantes, se aprecian antiguas fotografías que eternizan acciones vividas. Se ve a personas cazando tigres, paseando sobre caballos y en poses sociales. En otro album aparece la casa de Nicolás Schneider.
En la primera sala, en pulcro orden, están colocadas las series de radio receptores, vitrolas, lámparas del ayer; un proyector del primer cine que se habilitó en Bella Vista en el año 1962; un órgano y un piano. Una biblia de 1780 escrita en alemán es la pieza más admirada por su antigüedad y elevado significado espiritual. Un atractivo lote de relojes de cucú y cuadros de insectos de estudios científicos, mariposas, cuelgan en las paredes, donde también se puede ver los retratos de Erdmann Fischer y José Bohn, alemanes que fundaron la colonia de Bella Vista en el año 1918. Además, ocupa su lugar el primer televisor que llegó a la localidad: pantalla en blanco y negro y funcionaba a batería. No faltan las cámaras fotográficas y máquinas de coser. En un mueble de época, convertido en vitrina, se guardan los instrumentos médicos utilizados por Rosalía Storrer, una partera que arribó en 1929 e hizo nacer a 3.000 niños en la zona.
En la segunda sala están acondicionados los utensilios de cocina: una variedad de cafeteras, distintos tipos de calentadores a alcohol y querosén, molinillos de café, planchas a carbón, cristalería, pailas, ollas de hierro, mantequeras y cubiertos. No pasan inadvertidos dos elementos que permiten entender parte de la evolución tecnológica: una licuadora que funcionaba a manivela y una exprimidora de frutas hecha artesanalmente en madera. Hay, además, juegos de vajillas y de té de loza pintadas a mano que algunas señoras atesoraban porque pertenecieron a sus abuelas.
La tercera sala está ambientada como un dormitorio de 1900. Expone un juego de toilette, una centenaria cama de metal que se trajo del Brasil, cubierta con sábanas y colchas alemanas bordadas. También una cuna de madera con su colchón de chala de maíz y un artístico vestido de bautismo de 1920. Y desde sus retratos, Emilie Valz y August Schneider observan a los visitantes.
En una dependencia auxiliar, de arquitectura circular, terminada en 1996, ubica objetos históricos de mayor tamaño. Ahí está la primera moto de marca Puch que vino de Austria en 1920 para los desplazamientos del padre Eduardo Wagner. Bajo su techo también se aprecia un sulky que data de 1925 y el primer camioncito que se trajo de Canadá y perteneció a Arturo Fischer. Testimonio del gran impulso agrícola que marcó las primeras décadas del siglo XX es el tractor con cubiertas de hierro, Ford Motor Company, modelo 1929 que era del señor Pablo Perger.
Los enormes baúles de los inmigrantes recuerdan la época de los viajes interminables, de cuando dejaron Europa para aventurarse por tierras americanas e instalarse en zona de Itapúa.
Una báscula de hierro de origen europeo, una incubadora para pollitos que funcionaba a alcohol y una batea de madera de una sola pieza de 1949 son elementos que atestiguan la gran laboriosidad de la gente que se afincó en Bella Vista. Machetes, palas, azadas, sierras y la sembradora mecánica de maíz y granos que Rumilda Shutz utilizaba en los años 30, indican que hombres y mujeres por igual unieron fuerzas para desarrollar la comunidad. Y los grandes botellones y damajuanas de vino revelan que la producción hecha en casas particulares servía para no privarse de la buena vida, lejos de la patria natal.
Bajo un tinglado especial, dispuesto en la misma plaza Gral. Bernardino Caballero están las maquinarias pesadas. El apartado se concretó en el año 2002 y ahora protege del sol y la lluvia a un trapiche de madera que era de Egon Schneider, elementos del primer aserradero a vapor, instalado en 1919 por la familia Perger, calderas, carros y una trilladora.